Acero inoxidable en la cocina

El acero inoxidable es un material que ha ido ganando popularidad en las cocinas domésticas a lo largo de la última década. El metal, formado por una aleación de acero y cromo, presenta una elevada resistencia a la corrosión, que junto con sus propiedades higiénicas, lo convierten en un perfecto candidato para aquellas zonas donde se manipulan alimentos.

El acero inoxidable es un material no poroso, que impide la formación de colonias de gérmenes. Esta característica provoca que sea un material inodoro y de fácil limpieza. De ahí que su uso esté tan extendido en cocinas industriales, donde la mayoría del mobiliario (encimeras, estanterías, campanas extractoras, armarios frigoríficos…) está fabricado en acero inoxidable.

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Otra ventaja significativa del material es su durabilidad. Al ser resistente al calor, permite soportar utensilios de cocina calientes (ollas, bandejas de horno…) sin que se dañe o marque. Además, al tratarse de un metal, no se astillará ni pelará con el paso del tiempo.

Sin embargo, una de las principales razones del uso del acero inoxidable en las cocinas particulares es el factor estético. Al tratarse de un material brillante, que refleja la luz, se adapta perfectamente al estilo minimalista y moderno de muchos hogares actuales.

Como inconvenientes, cabe citar su elevado coste. Se debe ir con cuidado con los golpes y rayadas, ya que son desperfectos difíciles de reparar en las superficies de acero inoxidable. La rápida propagación y retención del calor también puede convertirse en un problema para la seguridad del usuario (quemaduras).

Así que una vez analizados los pros y contras del acero inoxidable, ¡ya puede valorar cuál es el mejor material para su cocina!